lunes, 18 de septiembre de 2017

70 veces 7!!!

Ayer casualmente estuve 2 veces en misa. En la mañana en CVX y en la tarde con mi comunidad. El evangelio trataba acerca del perdón y de que como buenos cristianos tenemos que perdonar siempre, sin límites. Que jodido! Jajaja.


Por algo me tocó esxuchar dos veces ese evangelio pienso yo, a ver si de verdad entra en mí.
En mi caso creo que perdonar no se me dificulta tanto, pero que no me perdonen sí, es casi lo mismo no? Me da coraje cuando me he peleado con alguien o nos didtanciamos por tal o cual motivo y luego yo ya perdono, se me pasa el coraje y lo que sea, pero la otra persona no. Y me pregunto por qué? Es difícil entender al otro y lo vuelvo a juzgar y me vuelvo a poner en una posición de que cómo así no me perdona si yo ya lo perdoné. Me cuesta que no me reciban de vuelta o que no me quieran, porque uno se siente todo buenito y generoso pero a veces no es tan así. Y además el perdonar a alguien no debería ser una forma de manipular la situación porque no es una garantía que la otra persona te quiera de vuelta otra vez. Uno debe perdonar sin esperar nada a cambio, sólo por amor.

Yo creo que cuando uno perdona a alguien lo hace de corazón, sin embargo, si esa persona te falla una y otra vez, el corazoncito se vuelve más frágil y a veces aunque perdones, volver a confiar es difícil, como que ya no le crees tanto. 

Creo que es un sentimiento bastante humano el quedarse dolido o resentido, pero también estamos llamados a despojarnos a veces de ese ego o malos pensamientos que tenemos sobre otros e intentar salvarlos. Salvar su proposición, confiar en que si hicieron algo que nos causara daño no fue con malicia, que en el fondo la gente es buena y que a veces si actúan egoistamente no es por dañar sino por no darse cuenta, y uno con el amor con el que responde siempre, con ese perdón de corazón, lo que está haciendo es salvándolo. 

El padre Fernando ayer ponía el ejemplo de Los miserables, y todo el que ha visto esa película sabe que la vida de Jean Valjean dio un giro completo gracias al sacerdote que no lo acusó por el robo que cometió, sino más bien, le cambió sus esquemas completamente al reaccionar con perdón y misericordia ante lo que había hecho.
¿Por qué nos cuesta tanto perdonar? Nos cuesta perdonarnos a nosotros mismos. A mí me pasa que a veces estoy en la ducha pensando en alguna cagada que hice, y sólo de pensar en eso, me erizo toda. Uno se flagela mentalmente un montón de veces al día, en vez de resaltar las cosas buenas, ando por ahí "latigueándome" por lo que no hice bien. Entonces si perdonarnos a nosotros mismos nos cuesta, cómo no nos va a costar perdonar a los demás? Nos defraudan el ego, la confianza y el amor, es verdad, pero acaso también nosotros no nos equivocamos? El mandamiento era amémonos los unos a los otros, no juzguémonos los unos a los otros.

Desde ayer hay algo en mí que me mueve por dentro. Quisiera dejar de juzgar, aprender a perdonar y a mirar a los otros con misericordia y amor. Ayer en misa le pedía a Dios que cambie mi corazón para que sea más compasivo y menos reactivo y para que aún a pesar de las cosas que me cuestan pueda aprender a soltar y dejarlo actuar a él en mi relación conmigo misma y con los demás. Ojalá aprendamos que el perdón no es nada más que el amor en acción, que si cambiamos nuestra forma de ver a los demás podremos ser más felices y menos negativos y que si actuamos siempre con una respuesta amorosa, aunque a veces pasemos de ingenuos, quizás en el otro esa reacción inesperada de amor, pueda generar un cambio, y también se vuelva más amor, o quizás no, pero al menos en nosotros siempre va a poder encontrar una respuesta de misericordia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario