Ayer el chino, Fernando Insua, me hacía una pregunta sobre ética del consumo, o por decirlo
más fácil, ¿qué decisión tomar cuando no tienes mucha plata (o no quieres
gastar mucho) y necesitas comprarte algo barato y bueno, pero algunas de las
tiendas que ofrecen esos productos, sabes que ocupan trabajo infantil o
realizan explotación laboral para luego poder vender a "buenos precios"?
La verdad es que,
aunque le respondí que evito comprar en esos lugares, la cosa es bastante más
grave que eso. (Carajo Chino! ¡¡Sólo tú haces de la nada ese tipo de preguntas
que me dejan pensando varios días!!!!)
Es cierto que con
varias de mis amigas ( v, b, na, da), hemos hablado varias veces sobre ese
tema, y aunque no todas tenemos una opinión igual al respecto, hay varios
puntos interesantes que debemos considerar.
Algunas dicen que saben
que mucha de esa ropa se hace con trabajo esclavo, y aunque obviamente no quisieran
que eso fuera así, esas realidades a veces las vemos tan ajenas a nosotros, o
tan lejos, o pensamos que, aunque yo no compre ahí, igual habrá gente que sí lo
hará, entonces ¿de qué me sirve si yo no estoy evitando nada con mi “no compra”
?, y más bien estoy evitándome de comprar algo que sabes que es bueno, bonito y
barato.
Otras dicen que tienen
una completa disociación con el hecho de comprar en esas tiendas y el trabajo
esclavo. Es que cuando entras ahí como que se te olvida (o prefieres que se te
olvide) que es ropa que no está hecha éticamente, y eso por decir una de las
tantas cosas que involucra la industria de la moda, que es una de las más contaminantes
a nivel mundial y no sólo hace daño directo a las personas que explota, sino
también al planeta por la forma de tinturar las telas, los desechos de las
fábricas y el uso indiscriminado de agua. Pero en el fondo, si yo compro o no
ahí, es irrelevante porque mucha gente alrededor del mundo lo hace, entonces no
pasa nada, y volvemos al punto anterior.
En mi caso, evito
comprar en esas tiendas, además de porque me parece el colmo que yo con una
marca de ropa que intenta ser una marca responsable, me atreva a pisar estos
lugares que son completamente todo lo opuesto a lo que profeso, creo que son
unos lugares en los que la gente va a querer darse un estatus que existe sólo
en nuestro imaginario, y las personas dejan de serlo para convertirse en
percheros y objetos que van etiquetados con una marca, y aunque suene un poco
exagerado, todo esto es real y creo que los mismos consumidores le quitamos la
importancia que en verdad tiene por comodidad, por ahorrarnos unos centavos en
el bolsillo (esto es para algunos, porque a mí igual me parece carísimo), y por
hacernos los prácticos, y los que no nos importa andar vestidos de Zara, MNG,
etc, sino que justo ahí había lo que necesitaba y me lo compré.
Igual no pretendo
engañar a nadie, yo también he caído en la trampa de las “súper ofertas” y he
ido a comprarme cosas en estas tiendas haciendo justamente todo eso por lo que
me quejo ahora, pero a pesar de ello, creo que es un tema que hay que
conversarlo porque, así como todos nos quejamos del “otro” que es corrupto, ser
partícipes de esto, comprando ahí, aún sabiendo lo que pasa, es ser cómplices
de esta situación. Y es que es fácil cambiar el mundo por Facebook, dando
opiniones y diciendo “que vergüenza” y moviendo la cabeza de un lado al otro
cada que vemos las noticias y gente que ha participado de coimas y otros actos
de corrupción, y nosotros nos sentimos tan al final de toda esta cadena, que no
nos damos ni cuenta que los consumidores somos los principales cómplices de que
estas situaciones existan, y que si fuéramos un poquito más responsables con lo
que consumimos, podríamos ser capaces de cambiar esta situación.
Ayer al chino le decía
que vaya a comprar a tiendas nacionales que conozco, que a lo mejor no son aún
lo que uno preferiría en calidad, pero al menos sabes que además de apoyar al
consumo local, no estás enriqueciendo los bolsillos de un explotador abusivo.
Vuelvo a la pregunta
que me hizo el chino, y pienso un poco más allá. Yo hago ropa, la patrono yo,
compro los hilos, coso y todo, pero ¿y la tela? Sí, la compré en el país, o en
otro país en una tienda que se veía “muy decente”, pero y ¿cómo sé cómo fue
hecha esa tela? ¿Quién y en dónde la hizo?, y vuelve todo ese cuestionamiento
anterior.
Es difícil y tedioso, y
a ratos es más cómodo pensar que si me pongo a analizar hasta de dónde vino la
tela, no voy a tener nada que ponerme, entonces mejor lo dejo ahí, y ya, pero
si queremos que el mundo cambie, que exista la paz en todos lados y para todos,
que no haya más abusos, como tanto profesamos en redes sociales y en mensajitos
navideños del whatsapp, hay que pensar esas cosas que nos resultan incómodas,
porque también importan (y más de lo que creemos), y empezar a ser más
creativos y buscar soluciones para esos cuestionamientos que nos surgen cuando
te llama un amigo a preguntarte dónde se compra un jean.