miércoles, 20 de diciembre de 2017

La sangre

Escrito en semana santa del año 2013
La semana pasada fue Semana Santa, la semana más importante del año para los que somos creyentes, ya que en esta semana ocurren los sucesos más importantes que constituyen el centro de nuestra fe, la muerte y resurrección de Jesús, y algo en lo que yo me he quedado pegada esta vez es en la atención que ponemos algunos creyentes y algunos no creyentes en el tema de la sangre, ese elemento simbólico que en muchos casos significa mucho más que sólo lo que cita el diccionario como un tejido fluido que circula por capilares, venas y arterias de todos los vertebrados. El diccionario dice que su color rojo característico es debido a la presencia del pigmento hemoglobínico contenido en los eritocritos, pero a veces cuando se coagula, el color suele volver algo café o incluso negro.


Pero por qué la sangre? ¿qué tiene este elemento que nos produce muchas veces rechazo, otras veces admiración como es el caso de la llamada "sangre azul" y otras veces curiosidad, morbo, y en mi caso se convierte también en un símbolo de fe?

Yo me quedé pegada con la sangre porque en esta semana le hacen especial incapié, además de que me vi "La pasión de Cristo" y la película es casi tan sangrienta como las de Tarantino, quizás más, y lo difícil de verla es pensar que esta historia para mí es muy real, y que la recreen de esa manera me encoje el corazón, porque me hubiera gustado que sea menos cruda, pero eso hubiera sido ser quizás poco realistas y condescendientes. 

Lo que me causa curiosidad es todo lo que se ha escrito o dicho alrededor de la sangre, que si eres de sangre azul eres de mejor "alcurnia", (qué tiene que ver con eso la sangre?), que si derramas sangre por amor a tu pareja es porque eres apasionado y lo amabas en verdad, o que si en una pelea está presente la sangre eres un violento sin control. Incluso ahora se han puesto de moda los vampiros, que en su buena época Bram Stoker describió de la mejor manera en drácula, como seres oscuros que para poder vivir se alimentaban de la sangre de sus víctimas, y al momento de chupar su sangre, esto se convertía en un acto bastante erótico con tinte sexual. 

Para mí esta semana, la sangre adquirió otro significado. Al recrear la última cena de la pascua judía, había algo que no me cuadraba, creo que era sobretodo esa dualidad de lo siniestro y macabro que había en que los Israelitas se alegraran por la muerte de los primogénitos egipcios, y que celebraran al mismo tiempo su libertad y su vida, por ser el pueblo elegido de Dios, que sentía la predilección, la salvación y la vida. Se supone que Dios les dice a los israelitas que para que ellos puedan escapar de la dominación judía, tenían que ofrecerle un sacrificio que consistía en matar un cordero, y con su sangre marcar la puerta de sus casas, para que así Dios pudiera diferenciar que las casas marcadas eran judías y al ir a las casas que no tenían esa marca, pudiera matar al primogénito de ellos porque iba a saber que era egipcio. Entonces ellos iban a estar tan afectados por las muertes que no se percatarían del escape de los israelitas. Para ellos la sangre significaba muerte y vida y por esto se alegraban. En otra parte de la biblia, dice que se prohíbe comer la sangre porque la vida de la carne está en su sangre y la sangre debe ser derramada para la expiación o purgación de los pecados. Y yo creo que es a esto que se apegan ciertas religiones cuando toman literalmente lo que dice la biblia para no comer sangre o dejarse hacer una transfusión sanguínea, y aunque respeto las creencias de cada uno, a mí la verdad esto me sigue pareciendo confuso porque el Dios que me enseñaron a mí y en el cual yo tengo derramada mi fe, es un Dios que me ama, que es amor ante todo, y no necesita "apaciguarse" con derramamientos de sangre, ni me reclama sacrificios para aplacar su ira, de hecho si creyera en un Dios así creo que le tendría miedo y no me daría paz sino coraje.  


Éstos días en el retiro de la semana santa cuando fui a encontrarme con Dios, sucede que me surgieron todo tipo de dudas y movimientos internos en torno a este proceso sangriento de la pasión de Jesús, y del no terminar de entender el por qué de tanto sufrimiento y tortura, pero de repente todo se volvió más claro. Dios tiene esos caminos de esclarecerlo todo de repente, cuando a uno sólo le invaden las dudas y las preguntas. 

Al recrear este año la cena como la vivió Jesús junto a sus discípulos, y hacerlo en mi casa, con mis amigos, mis jefes, mis compañeros de trabajo, en un clima de entrega y confianza porque la mayoría nunca había vivido esto antes, algo cambió. En esta cena Jesús se convierte en el cordero pascual, para ser el ejemplo de amor más grande, ser la mayor muestra de amor que ha tenido el mundo al dar la vida por sus amigos. Jesús viene y le cambia el sentido a la sangre, del que había en aquella época sobre el sacrificio, sufrimiento y muerte, y él la convierte en ofrecimiento y vida. Porque el que no da su vida por los demás, el que no está consciente de que una vida sin ofrecimiento no sirve, está perdiendo su vida. Desde que llegó Jesús la sangre ya no tiene el sentido de que hay que derramarla para aplacar la ira de Dios. Ahora el ofrecimiento del cordero de Dios cobra sentido al sentir que Dios nos escoge para revelarnos esta buena nueva de la invitación que nos hace su hijo para ofrecer la vida por los demás. Lo que el cordero viene a hacer es mostrarnos la raíz del egoísmo, del pecado, que está en pensar sólo en nosotros, sólo en los míos, en nuestro "super yo inflamado" y olvidemos al resto. Jesús convierte su sangre en su vida, en su alma, al decirle a sus amigos que la beban, que él se las entrega.

Siempre he estado acostumbrada a ver la sangre como algo sufriente, y es porque siempre se asoció la sangre al alma, a la vida, si te desangrabas, se te iba la vida. Aún en éstas películas de vampiros que mencioné antes, la sangre sigue siendo vida. Hoy en día cuando nos piden donar sangre para algún amigo o desconocido, también quiere decir que hay una vida allá fuera esperando por mí, para darle vida. Sin la sangre una persona no puede vivir, pero aún así nos cuesta pensar en que esa petición que nos hacen para donar vida está hecha para nosotros. Hay un poema de Claudio Bertoni que retrata súper bien, lo que quiero decir (lo pongo a continuación). 
Aquí Bertoni con un escrito simple expresa como el ir a donar sangre se convierte en una molestia muchas veces, nos saca de la comodidad, y aunque me da "pena" que haya alguien que necesita esa sangre, espero que sean otros los que vayan a donar. En el poema Bertoni dice que él no va a ir, y como él es así, así debe ser todo el mundo, y nadie va a ir a donar sangre, incluso se excusa diciendo que es mentira, que en realidad no hay nadie que necesita sangre, sino es un simple engaño que la televisión usa para que no digamos que los medios de comunicación no ayudan. Y luego termina diciendo como en reflexión, que sí debe haber alguien que necesita sangre y que se alegra de no ser él.  Creo que todo este enredo que escribí en torno a la sangre resume una cosa: Que Jesús nos llama a ser esos donadores de sangre, de vida a los demás, y no sólo literalmente sino a que me llama a superar esa lógica insaciable del "yo inflado" y me llama a entregar mi vida por los demás, a vivir mi vida como ofrenda constante, porque mi vida tiene sentido cuando la doy, porque mi sangre tiene sentido cuando la derramo. La vida es para quedar sin sangre, ojalá todos podamos y ofrecernos a los demás como lo hizo Jesús. Quiero vivir, quiero servir, y hasta de eso morir!!!


POEMA DE CLAUDIO BERTONI: Piden sangre por las puras


SANGRE (I)
cuando piden sangre en la tele
pienso que a nadie le importa
o que le importa a alguien
pero hasta el punto
de salir a tomar una micro en la noche
para ir a darle sangre a un desconocido
–hasta ese punto–
creo que a nadie le importa.
SANGRE (II)
cuando piden sangre en la teleyo no voyesperando que otros vayan
y ni siquiera espero que otros vayan
en verdad pienso que nadie va
y que piden sangre por las puras
para que después no digan
que la tele no ayuda
que la gente no ayuda
que el país no ayuda. 
SANGRE (III)
cuando piden sangre en la tele
doy gracias a Dios
por estar en la casa viendo las noticias
y no en la posta
con un tubito
saliéndome del brazo
esperando que algún Claudio Bertoni
venga y me dé sangre.

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